Compartir y enseñar verdades bíblicas no es tan fácil como muchos pueden pensar, se requieren largas horas de preparación, oración, estudio bíblico y lectura. Cuando un pastor o predicador sigue esto, saben que un solo sermón, que dura 30 minutos, no es suficiente para compartir la riqueza y la profundidad del Evangelio.

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Nuestros predicadores entienden esto, por lo que usan series de enseñanza donde pueden profundizar más y más en sus enseñanzas. En consecuencia, la iglesia puede aprender las herramientas necesarias para crecer en su relación personal con Jesús.